Una mosca.
Golpeándose sin parar en la superficie transparente.
Si tuviera conciencia,
sabría que las cosas deberían seguir así: ella dentro de la casa
y el resto del mundo detrás de un muro invisible.
Si tuviera entendimiento, comprendería
lo que otra mosca le estaría advirtiendo:
que parara, que no iba a conseguir nada, sólo hacerse daño.
Que mejor siguiera dentro, donde se está bien,
que se hiciera otro tipo de apaño. Pero es bruta como ella sola y,
como toda mosca en un cristal , seguirá hasta que
se den dos opciones:
que alguien le abra la ventana o,
agotada , caiga al suelo
Anatorres. Palabras al mar